Vida

José Víctor García Ocejo nace en Córdoba, Veracruz, el 14 de junio de 1928. Su padre Víctor García era originario de Asturias, España. Su madre Otilia Ocejo, oriunda de Córdoba, Veracruz. Su padre se traslada a América desde muy niño para acceder a una mejor vida a través de diversas actividades como el comercio. Antes de llegar a México, Víctor García vive en Santiago de Chile y en Argentina. Cuando llega a Córdoba ( Veracruz ) funda el primer cuartel de bomberos de la ciudad.

En 1935 cuando José Víctor tiene 9 años de edad la familia se traslada a Saltillo, Coahuila. Ahí Pepe _como lo apodan de cariño_ estudia primaria y secundaria en el Colegio Ignacio Zaragoza. Y el primer año de bachillerato en el Ateneo Fuentes. Desde muy niño José García Ocejo muestra afición y creatividad en el dibujo en cursos de pintura.

Siendo adolescente José García Ocejo viaja a la Ciudad de México donde cursa el resto de la preparatoria.

De joven, Ocejo dibuja y pinta siempre. Le interesan temas como naturalezas muertas y diseños de moda y vestuario: hace muchos bocetos de ropa femenina de época y sus “monas”_por así él llamarlas_  expresan el buen gusto para la moda que profesa el joven artista plástico. Esa inclinación permanece hasta su muerte como interés fundamental de su estilo pictórico, siendo así que el último boceto que Ocejo hace descansando en su cama, es precisamente un dibujo de vestuario donde incluso señala el tipo de tela y la combinación óptima de los colores.

En 1946 entra a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México con sede en el edificio de la Academia de San Carlos. Eso lo vincula más al arte y en 1947 realiza la decoración para el Baile Anual de la Academia, al que acude Diego Rivera con su cuñada Carmen Marín de Barreda. A Rivera le gusta la obra del joven y le compra unos dibujos. Así Ocejo tiene oportunidad de tratarlo y conocer a Frida Kahlo, Gerardo Murillo “Dr. Atl” y José Clemente Orozco entre otros personajes de la época.

Convencido de su vocación artística, Ocejo deja la arquitectura en 1950. Ingresa al Instituto de Cultura Hispánica donde su director Rafael García Granados le informa de una beca para estudiar pintura en Madrid, España. Sin título universitario aplica y muestra sus dibujos. Le otorgan la beca. Viaja a España en 1953 donde estudia en el Círculo de Bellas Artes. Pinta unos murales para el Colegio Mayor de Guadalupe en la Ciudad Universitaria de Madrid: le conceden diploma ad honorem y realiza varias exposiciones de caballete.

Durante ese viaje a Madrid conoce a Mercedes Oramas, nacida en Tenerife, Islas Canarias, España. Después de dos años de relación a distancia _ ya que el pintor regresa a México al concluir sus estudios europeos _ contraen matrimonio el 30 de noviembre de 1956. La boda se lleva a cabo en la Iglesia San Jerónimo el Real de Madrid. Viajan por Europa de luna de miel y después, ya instalados en México, llegan los hijos: José Antonio, Mercedes, María José, Álvaro y Andrés.

Pepe es amante de todas las artes: la música quizás más que otras, por lo que desde pequeño estudia piano. Adora y disfruta bailar en su juventud. Por su carácter alegre y fiestero, posee gran sentido del humor y convive mucho con sus amigos universitarios; después ya pasados los años, con su esposa Mercedes son habituales las reuniones y celebraciones en su departamento, luego en su casa de la Colonia Roma, convivios vinculados al desarrollo y los logros de su trabajo artístico: sean exposiciones, publicaciones, realizaciones de obras específicas como retratos a celebridades tales como María Félix o la Duquesa de Alba Cayetana Fitz-James Stuart y festividades.

Los amigos de la escuela y sus compañeros de carrera universitaria son para Ocejo sus mejores aliados en cuanto al apoyo que de ellos recibe para decidir dedicarse a la pintura antes que a la profesión de arquitecto, carrera que abandona poco antes de terminarla en la Universidad Nacional Autónoma de México años atrás. Sus amigos lo acompañan desde entonces a lo largo de los años. Más allá de las diferencias de opiniones e intereses e incluso de los alejamientos físicos que van ocurriendo con el paso de los años, la presencia y el recuerdo de sus amigos de infancia y adolescencia rodean y cobijan a José García Ocejo durante toda su vida y también en su vejez, a través de los recuerdos, las fotografías y las anécdotas que narra a varios de sus hijos, entre ellos a Mercedes y a sus nietos Emiliano y Mercedes Fernández García con alegría y nostalgia.

José García Ocejo siempre intenta encontrar y preservar un estilo propio en el arte. Es un asunto que lo motiva a la vez que le preocupa. Sabe que necesita encontrar un lenguaje para tener el éxito que anhela. Y para aportar una visión, un estilo y un arte singular.

Ocejo lee mucho, aprende del desnudo con modelos presenciales y de la lectura y la visita a exposiciones, galerías y museos donde el arte universal influye en sus inquietudes y curiosidad ilimitadas.

El artista viaja siempre. En México y al extranjero. Se informa de las novedades del mundo. Visita centros culturales donde conoce la obra de otros artistas, particularmente la de sus contemporáneos y el panorama mundial. Estudia el legado de la Escuela Mexicana de Pintura como referente y las propuestas de vanguardia: la pintura norteamericana abstracta, realista, constructivista; el movimiento surrealista; la escultura griega y romana; el romanticismo inglés y francés; la figura del Dandy; el cine norteamericano y la época de oro europea; la música clásica, el  jazz; el music hall de Broadway; la ópera; la música popular mexicana; la danza regional internacional y el ballet clásico y moderno; la literatura de los clásicos; la vanguardia de los movimientos literarios mexicanos; la crítica de arte en voz de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Alfonso de Neuvillate; el teatro de los clásicos y la comedia nacional; la gastronomía oriental, mexicana, francesa e italiana; la época de oro del cine nacional; la arquitectura mundial; el art decó y el art nouveau…todo le interesa.

En aquellos tiempos Ocejo instala su estudio en el segundo piso de una casa antigua ubicada en Niza 71, Colonia Juárez, ya que hasta entonces pinta en una habitación de los departamentos donde vivieron: Hudson 29, 4º piso, Colonia Cuauhtémoc; Juan Vázquez de Mella colonia del Valle, y Sócrates 385 colonia Polanco, hasta instalar su estudio en definitiva en su casa de Colima 230 en la Colonia Roma: una bellísima construcción de estilo porfirista que le funciona para establecer su taller privado y su refugio último durante su vejez. Esa casa representa para Ocejo el espacio donde concentra todos sus amores e intereses personales y profesionales. En ella ejerce con singular talento la decoración; viste su casa con muebles y objetos antiguos que consigue y compra en construcciones en demolición, tiendas y mercados de antigüedades y con sugerencias de amigos “chachareros”, convirtiendo así la decoración de interiores de su casa en otra de sus grandes pasiones. De estilo antiguo, la casa de la Colonia Roma ofrece una elegancia que admiraban sus contemporáneos frente a la moda de esos años cuando la mayoría de la gente buscaba vivir en colonias como las Lomas, Polanco, el Pedregal y San Ángel, por ejemplo. Ocejo decora su casa con muy buen gusto. Coleccionar es para él un placer; los muebles y objetos que posee representan algo de su personalidad y son una especie de extensión de sí mismo, a la vez que reflejan sus aspiraciones de belleza absoluta, elegancia, excelencia y su  gusto por las artes decorativas.

Ocejo sigue pero no copia ni se asocia con las vanguardias de su tiempo: la obra de artistas mexicanos como Rufino Tamayo, Juan Soriano, Antonio Peláez, y otros más cercanos de la llamada Generación de la Ruptura: Manuel Felguérez, Arnaldo Coen, José Luis Cuevas, Lilia Carrillo, Francisco Corzas, Fernando García Ponce, Roger von Gunten, Gilberto Aceves Navarro entre otros. Nunca deja de admirar la capacidad de Picasso, Dalí, Erté, Miró, Degas, Renoir, los impresionistas franceses así como la sensualidad de Delacroix, Géricault, Ingres, los españoles  Velázquez, El Greco, Leonardo, los ingleses Constable y Turner entre otros.

José García Ocejo experimenta también con las tendencias del arte abstracto rozando lo geométrico: sobre todo durante sus inicios artísticos. Pero su pasión por el simbolismo, el arte romántico y la pintura inglesa lo cautivan y transforman cuando descubre el cuadro La muerte del poeta de Thomas Chatterton. Ese encuentro trastorna su alma, se enamora del romanticismo y ello le ayuda enormemente a definir su estilo propio como pintor: ahí encuentra todos los elementos de inspiración y con gran seguridad es entonces cuando desarrolla su propia propuesta estética. Ocejo se enamora del siglo XIX y de todos sus exponentes en todas las artes: Lord Byron, Alexandre Dumas, Emily Bronte, George Sand, Chopin, Verdi, Wagner, etcétera, lo llenan de inspiración y le brindan el estado de ánimo que requiere para adquirir confianza. Su determinación queda entonces inundada de  pasión, erotismo y melancolía. Encuentra su lugar en el mundo del arte y lo disfruta con singular desenfado, carácter, ímpetu, arrogancia y seguridad. El miedo se va _él lo decía siempre_ y llega la arrogancia y la certeza plástica que definen en Ocejo su personalidad. Se convierte en un pintor singular, inigualable y único en su estilo y talento plástico.

José García Ocejo ama viajar. Para él todo es asunto de interés: su curiosidad no tiene límites. Hacia 1964 se incorpora en Austria en la Sommer Akademie de Salzburgo donde estudia con Oskar Kokoschka grabado y pintura.

En 1966 el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México presenta la primera exposición individual de José García Ocejo con la obra que marca su debut como artista independiente.  El pintor comenta de manera recurrente que esa exposición le permite mostrar su propuesta estética y estilo propio en el mundo del arte universal. Por tanto, le brinda la seguridad personal que requiere para dedicarse con toda determinación a su vocación pictórica. Celestino Gorostiza _ dramaturgo e impulsor del teatro mexicano contemporáneo_ selecciona las obras que se exhiben en esa decisiva exposición, e incluso les pone título. Es la época de los minotauros como tema central de las pinturas de Ocejo. El Director del Instituto Nacional de Bellas Artes es entonces José Luis Martínez: el gran académico, ensayista, diplomático, historiador, editor y humanista.

Ese mismo año Ocejo realiza otra importante exposición en la Galería Kaigado de Tokio, Japón, con el apoyo de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. En 1967 el Instituto Nacional de Bellas Artes incluye la obra del pintor en la exposición “Retrato de México” que viaja a lugares como El Grand Palais de París, Francia y que inaugura el entonces presidente Charles de Gaulle. La selección de la obra para tan importante evento está a cargo del célebre museógrafo, director de museos y promotor cultural mexicano Fernando Gamboa.

En 1968 y como parte de la Olimpiada Cultural que integra los XIX Juegos Olímpicos de México 68, se efectúa en el Museo del Palacio de Bellas Artes la “Exposición Solar” en la que José García Ocejo gana el Premio Elías Sourasky por sus grabados, dibujos y óleos con interpretaciones vinculadas a la danza, la novela y personajes históricos.

Ese mismo año el Instituto Nacional de Bellas Artes en coordinación con el Comité de Tierra Santa con sede en Milán, Italia, selecciona al artista quien elabora un mural mosaico con el tema de la Vírgen de Guadalupe y que se encuentra en la Basílica de la Anunciación de Nazaret, Israel. La tradición religiosa indica que ahí está la casa de María donde recibe la visita del Arcángel Gabriel quien le anuncia el nacimiento de Jesús. Ese templo extraordinario posee así la imagen del único artista mexicano allí presente.

La UNAM publica en 1969 una monografía titulada “José García Ocejo”: el número 18 de su Colección de Arte con introducción de Justino Fernández ( historiador, escritor, esteta, filósofo y diplomático mexicano especializado en la crítica de la expresión artística mexicana ) y textos de Alfonso de Neuvillate uno de los grandes críticos de arte del país.

A lo largo de su vida el artista realiza y desarrolla temas vinculados al teatro, la ópera y la música: son famosos sus bocetos de escenografía y vestuario como los que diseña en 1972 para la ópera Carmen en el Palacio de Bellas Artes; además de otros para las óperas La Bohème, Aida, Turandot, Salomé y Fausto. En 1973 presenta una exposición sobre el mismo tema de Carmen en el Museo del Teatro, en Barcelona, España.

Las exposiciones del artista se suceden año con año en diversas ciudades de Norteamérica, Sudamérica y Europa, para después extenderse al lejano y cercano Oriente.

Las artes gráficas siempre forman parte de la expresión del artista: hace muchos grabados, litografías y serigrafías, un trabajo que siempre lo motivó e inspiró, principalmente en el taller Edicione Multiarte de Enrique Cattaneo.

Muchas de las exposiciones de Ocejo ocurren en galerías íconos del devenir cultural del México de otras épocas como las Galerías Antonio Souza y Arvil ubicadas en la emblemática Zona Rosa del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México. También destaca la presencia del artista en exposiciones y charlas en el interior del país: invitado por los Institutos de Cultura y Gobiernos de los Estados el pintor realiza exposiciones y conferencias con el público de provincia que siempre manifiesta interés y gusto por su obra.

Quizás una de las relaciones más íntimas y amistosas que Ocejo tiene con otros Estados es la que consolida con Veracruz su Estado natal, siendo así que se crea en la Casa de la Cultura de Córdoba _ entonces dirigida por Raúl Tovar y a instancias de la gran académica mexicana Ida Rodríguez Prampolini_ lo que fue la Sala Museo José García Ocejo en 1987.

Actualmente las obras que la familia del artista dona desde entonces al Estado a través del IVEC Instituto Veracruzano de Cultura, se resguardan y exhiben en el Museo de Orizaba.

El vínculo de Ocejo con Veracruz representa una amistad activa de muchos años que sigue vigente: el IVEC le rinde homenajes de manera recurrente en sus galerías e instancias digitales y en Veracruz lo consideran un hijo predilecto. La Universidad Veracruzana preserva un archivo con documentos personales y profesionales de la vida y carrera del artista. La donación se realiza poco antes de fallecer el artista, durante la gestión de la Rectora Sara Ladrón de Guevara y responde al interés del pintor y de su esposa Mercedes Oramas principal promotora de su obra, quien además construye dicho acervo  documentando toda la trayectoria de la vida de su esposo como artista por un período que abarca 50 años. El amor de José García Ocejo por su tierra natal veracruzana se expresa siempre vibrante en su obra y en los testimonios que deja el artista. Todo ello y más puede consultarse en dicho archivo de la Universidad Veracruzana, Repositorio Institucional.

A partir de los años 80’s y 90’s la actividad pictórica de Ocejo sigue muy fecunda: sus exposiciones dentro y fuera de México presentan producción reciente y también visiones retrospectivas que revisan desde diversos ángulos museográficos y curatoriales muchas características de su obra.

Son varios los escritores que analizan su obra, al igual que los creadores que utilizan sus dibujos y pinturas para ilustrar libros y catálogos diversos. Como Hugo Argüelles el célebre escritor, dramaturgo, director de teatro y guionista mexicano muy amigo del pintor.

Hacia la década del nuevo siglo XXI _los años 2000_ el artista va entrando en la vejez. El acontecimiento que marca un cambio radical es el fallecimiento de su esposa Mercedes el 6 de mayo de 2009, la mujer que acompañó su vida y quien fue la principal promotora de su obra y carrera. A pesar de la ausencia y del apoyo de ella, Ocejo continúa trabajando de manera constante y renovada. Diariamente pinta y dibuja. Sus días transcurren en paz y en la comodidad de su casa estudio en la Colonia Roma, un espacio íntimo donde tiene todo lo que ama; pasea y camina; cuida sus plantas y come las delicias que le preparan sus cocineras Rosa y Victoria, lo que también lo inspira junto con la visita de sus hijos y nietos. Ya entrado en los 80’s la salud del artista se mantiene firme y continúa con gran vitalidad dibujando, pintando y exhibiendo principalmente en provincia, al igual que publica algunos dibujos y poesías en ediciones sencillas. Para compensar el estado de ánimo en muy rara ocasión melancólico o cansado por el peso de los años, o incluso la pérdida de la fortaleza física llegando a cumplir 90 años, José García Ocejo dibuja obra en pequeños formatos porque le empezaba a fallar la fuerza física. Su hija Mercedes lo anima y le proporciona un soporte al alcance de sus manos: cuadernos tamaño bolsillo, donde el pintor plasma con bolígrafos y óleos de colores todo el mundo íntimo de su memoria: imágenes de los personajes y seres, los temas, los recuerdos, los sueños, los conocimientos que lo acompañan a lo largo de toda su vida. Esos dibujos se vuelven una distracción, un motor y un gran divertimento para el artista, a la vez que representan la oportunidad de recordar su vida y el mundo pictórico que lo acompaña desde pequeño, en un momento donde la vejez comienza a mermar el ánimo y la salud.

José García Ocejo dibuja siempre los mismos temas que le interesan y que reflejan el amor que profesa al valor de la belleza y la juventud; también al brillo de la luz del día, la oscuridad de la noche, el cuerpo humano, el alma y el vínculo con Dios. Acompaña a sus pequeños dibujos con la escritura: inventa poemas a manera de pequeños textos llenos de ironía, sensualidad, humor y un elocuente erotismo bañado con su amplísima cultura universal. Con gran sentido de la crítica, irreverencia, deleite amoroso y sensual, colores vibrantes, ritmo alucinante y fantástico de la naturaleza José García Ocejo plasma en sus últimos dibujos una luz intelectual muy inteligente, dotada de su más amplia sensibilidad. Así, sus poemas son dibujos y sus dibujos poemas: ambos son distintos y una misma cosa a la vez. Textos muy reveladores de la naturaleza de su pensamiento. En ese pequeño formato pictórico de obras de cuadernos de bolsillo, el artista renueva y revela su inagotable talento con un extraordinario sentido del humor. Esos dibujos son apuntes y obras que quedan como grandes testimonios de su última producción artística.

Otro tema que José García Ocejo continúa dibujando durante su vejez es el de la fuerza física y las proesas corporales, seguramente porque siempre mostró amor al deporte y a la belleza del cuerpo humano. De joven le gusta mucho nadar, echarse clavados, bailar todo tipo de ritmos y en ocasiones jugar tenis. Lo que más disfruta es caminar: siempre pasea durante muchas horas seguidas; la calle se vuelve su mejor inspiración. Recorre las Colonias Juárez, Condesa y Roma en largos paseos. Y luego de viejo como una rutina diaria da vueltas de varios ratos al patio interior de su casa de la Colonia Roma rodeado de sus cuadros y plantas. Camina contando las vueltas y platicando anécdotas de antaño, del brazo de alguno de sus hijos o sus nietos más cercanos. El artista era un gran conversador, y también un obsesivo de la perfección, quizás por eso observa al mismo tiempo que pinta sus cuadros y de vez en cuando se anima a darles una pequeña retocada y sigue cambiándolos.

José García Ocejo es disciplinado y tiene rutinas para trabajar: casi siempre después del desayuno y la comida pinta y dibuja. Por las tardes hace siesta, pasea, vuelve a pintar, se reúne con amigos o hace vida social y cultural.

La casa del artista es la prolongación de su ser: allí tiene su estudio y encuentra todo lo que necesita. Ubicada en la calle Colima número 230 en la Colonia Roma de la Ciudad de México, su casa de estilo porfirista se vuelve referencia de buen gusto y singularidad desde el momento en que la adquiere con su esposa Mercedes en los años 70´s. La belleza de su construcción antigua aunada a la elegante decoración que le impregna Ocejo,  muestran su buen gusto, su talento arquitectónico y su espléndida capacidad para el diseño que posee el artista. Su casa estudio se convierte en una prolongación de su ser: en ella encuentra lo que necesita y disfruta trabajar y vivir ahí. Muy tristemente para él y 50 años después de vivir ahí, por razones familiares deja con gran pesar su hogar el 14 de diciembre de 2018. El artista fallece al año de haber salido de su casa: el 18 de enero de 2019, sin duda su condición se deteriora por la enorme tristeza que eso le significó. Ya lo decía él siempre: “Mi casa es todo para mi. Es la extensión de mí mismo”.

José García Ocejo vive su vejez en plenitud y muere igual: un viernes 18 de enero de 2019 en compañía de cuatro de sus hijos durante un sueño de paz anhelado. El descanso eterno le ocurre en absoluta tranquilidad. Sus restos son velados en el Panteón Francés de la Ciudad de México entre familiares y amigos. La música de los sones jarochos acompaña un alegre adiós al artista, derrochando jolgorio en un ambiente de fiesta. También se realiza un homenaje y se velan sus cenizas en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México, donde se lleva a cabo una mesa redonda entre personalidades de la cultura quienes recuerdan la labor y legado del artista: Rafael Pérez y Pérez, Emilio Cárdenas Elorduy y Elia Espinosa López. La bendición con una misa agradece su vida: la de un hombre que ejerció en total libertad, sin prejuicios, culpas ni temores el vivir todo al límite disfrutándolo al máximo. Ocejo deja para deleite su arte: un regalo para las generaciones.